Actualmente los catalanes celebramos la Diada, o fiesta señalada de nuestra Comunidad Autónoma, el Once de septiembre; incluso el último Estatuto de Autonomía así lo recoge en su articulado. El problema es que, aquellos que nos gobiernan y que nos quieren hacer renunciar a aquella orgánica hispanidad que supone nuestra propia catalanidad, utilizan desde las instituciones la fiesta de todos los catalanes como una herramienta ideológica y política de odio, choque y separación; y de eso hace más de treinta años, demasiado tiempo ya.