La gran economía del euro ha pasado a ser, para no pocos analistas, el enfermo económico del mercado europeo. No solo por su descontada entrada en recesión este trimestre, sino porque el consenso de los expertos apunta a que la parálisis de actividad será prolongada, que su poder industrial pierde musculación a marchas forzadas y que su capacidad exportadora ha mermado por la alta conflictividad geopolítica internacional. La ingeniería alemana, pues, pierde precisión.