Éric Sadin (París, 1972) cree, como muchos, que una parte importante de los problemas de la sociedad radica en la aceptación acrítica de que cualquier avance tecnológico traerá mayor bienestar social. "Ya no es extraño ver a un candidato proponer tasas a las tecnológicas para dar una propina a la gente, para que dedique a pintar cuadros los domingos o ir a pescar al río", ironiza: "Tenemos que repensar la condición del trabajo, fomentar la creatividad, el desarrollo colectivo e individual... ¡no aceptar una propina como a un niño de 8 años!"