Los bajos salarios, el incremento de las facturas de la luz o el gas y el aislamiento defectuoso de los hogares son el cóctel perfecto para la pobreza energética, un problema que se extiende por toda Europa durante un invierno en el que se han registrado temperaturas mínimas. Alrededor de 42 millones de personas no puede calentar bien sus hogares, principalmente en los países del sur, como España, Portugal e Italia; y en los Balcanes, como Rumania, Bulgaria y Grecia.