Al entrar en el domicilio, el anciano al que iba a robar recibió a Moore con un disparo, por lo que este asegura que, "instintivamente", sacó su pistola y el anciano cayó muerto de un tiro. Moore confesó su crimen ante el juez, que le condenó a la silla eléctrica —alega— "sin comprobar que no existía premeditación alguna". Según Moore, que tuvo hasta trece fechas de ejecución distintas, la condena a muerte no satisface ni a las víctimas ni al verdugo. "Un asesinato es un asesinato. La familia de una víctima sufre lo mismo.