“La ley injusta no es ley, sino violencia”, dijo San Agustín hace cientos de años, significando así que las leyes injustas, aunque se hubieran formado siguiendo el proceso requerido, no eran capaces de conjurar la voluntad de los ciudadanos, siendo en consecuencia ilegítimas. Este principio, sobre el cual se basa la filosofía de la desobediencia civil y la resistencia pacífica, se ve condensado en la frase de Gandhi: “Cuando una ley es injusta, lo mejor es desobedecer”.