Haifa vive una doble vida. Una como atea, y otra como musulmana. De cara a la sociedad, no se atreve a anunciar de forma pública que ha abandonado el Islam. Por ello lleva una doble vida y vive el ateismo como algo privado y secreto. Haifa, que ahora tiene 25 años, nació y creció en Dinamarca.

Publicó un texto en internet en el que ponía en duda decisiones de Mahoma durante las guerras santas. El tribunal le condena por "hablar con ligereza del profeta", pero él dice que pretendía "defender a una capa de la población mal considerada y maltratada por un orden social heredado e injusto". Negó renegar del profeta y se mostró arrepentido, pero dio igual: en aplicación de la Sharía le condenaron a muerte, con gran alegría por toda la ciudad. Traducción en comentario 1.

"Por fin me he ido del único club al que yo no me había apuntado", señala el autor... "“Apostata”. ¡Qué palabro! ¡Qué mal suena! Y ahora que los curas “pederastas” están en el candelero, hasta me suena parecido."

No hará falta que Dios envíe ninguna plaga. No hará falta que Dios castigue a esta España apóstata. Ella sola se morirá. Las generaciones que hoy se niegan a tener hijos, o no pueden por razones económicas, serán eliminadas antes de tiempo vía sedaciones en hospitales, vía doctores de la muerte. Todo ello con la complicidad de los escasos hijos que han tenido. Los que viven entregados al aborto morirán por la eutanasia.

Un estudio de Pew Research Center (enlace en el primer comentario) reveló el porcentaje de países que poseen leyes que condenan la blasfemia o la apostasía. Casi tres de cada diez países ponía restricciones con respecto a la vida religiosa. Para recabar esta información, se basaron en datos de 18 fuentes distintas, incluyendo el Departamento de Estado norteamericano, Naciones Unidas, Vigilancia de Derechos Humanos, Amnistía Internacional y el Grupo Internacional de Crisis.

Un tribunal de Sudán decidió aplicar en forma extrema la ley islámica y condenó a muerte por “apostasía” –renuncia a la fe en una religión– a una médica musulmana que se casó con un cristiano. La sentencia dio a Meriam Ibrahim, de 26 años, cuatro días para arrepentirse públicamente y evitar así la pena capital en la horca, plazo que venció ayer. Ibrahim se casó con un cristiano en 2011 y tuvieron un hijo. Esto está prohibido en Sudán, donde la ley islámica no permite a las mujeres musulmanas contraer matrimonio con hombres.

Un tribunal sudanés ha condenado a muerte a una mujer de 27 años por haberse convertido al cristianismo y negarse a volver al islam, según han informado este jueves fuentes judiciales. Según Amnistía Internacional, la mujer está embarazada.