En Madrid, en un hotel de gran prestigio se va a celebrar el mes de mayo una Feria de Vientres de Alquiler. Así, tal como se lee. Desde hace tiempo los lobbies -ahora se le ponen nombres elegantes a las diversas organizaciones criminales- han organizado un nuevo negocio: disponer de mujeres pobres dispuesta a ser artificialmente implantadas para gestar un hijo que le entregarán al personaje contratante, a cambio de alguna cantidad de dinero.

La Cleveland Clinic está desarrollando un nuevo tipo de cirugía, el trasplante de útero, en mujeres cuyo útero está enfermo, no funciona adecuadamente, o directamente mujeres sin útero. Estas investigaciones abren la puerta a que en un futuro cercano las mujeres transexuales puedan dar a luz. De acuerdo con la doctora Karine Chung, directora de fertilidad de la Keck School of Medicine de la Universidad del sur de California, esta cirugía será posible en un lapso de tiempo inferior a 10 años.

Es de sobra conocido el impacto negativo de las contracciones en la fecundación in vitro. Lo que no se sabía hasta ahora era qué efecto tenía en una inseminación artificial. Un nuevo estudio ha descubierto que es el contrario que en la transferencia embrionaria: mejoran las posibilidades de embarazo.

En la mayoría de países europeos, los vientres de alquiler (o maternidad subrogada) con motivos altruistas están prohibidos. En todos ellos, los vientres de alquiler con motivos comerciales se hallan ilegalizados. La avanzada España no es, desde luego, una excepción. Sí lo son, afortunadamente, ciertas regiones de esa carca Nueva Europa que son los Estados Unidos, donde ya sea por disposición legal o por jurisprudencia, la maternidad subrogada es una actividad libre y consentida entre adultos que puede practicarse sin demasiadas cortapisas.

La asociación británica My Belly is Mine ("Mi útero es mío") y la Asamblea de Mujeres Españolas participaron el pasado viernes en una protesta en las estaciones más simbólicas del metro de Londres para protestar contra la Ley del Aborto de Alberto Ruiz Gallardón.