Subieron al ring del Madison. Primero Cotto, en silencio y a oscuras, como formando parte de una ceremonia religiosa. Luego Sergio, animándose a sí mismo mientras lanzaba puñetazos al aire a modo de calentamiento. Sonriente, se detuvo a mirar a las gradas para disfrutar de un momento único, para escuchar la fanaticada argentina coreando su…