El tiempo pasa en Nigeria y, a pesar de las buenas palabras y mejores intenciones, las muchachas continúan en manos de un grupo extremista que solo ha querido mostrar su poder a través de un vídeo con una supuesta conversión religiosa (cristiana/musulmana), aprovechando esas imágenes para ofrecer la única muestra de vida de las niñas. Cada minuto, aumenta el riesgo de maltrato y violación. Y el remedio para impedir este desastre humano parece estar más cerca que hace unas semanas. Aunque el final de este cruel rapto es un capítulo pendiente.