Más de 1.200 personas al año mueren en Escocia por problemas relacionados con el alcohol, lo que ha obligado a fijar un precio mínimo. Una botella de vino de 750 mililitros pasará a costar el equivalente a 5,50 euros, casi el doble que hasta ahora. Pero el golpe más severo está reservado precisamente para el "agua de vida", el emblema mismo del orgullo escocés en el mundo (junto con la falda y la gaita) y su segunda mayor exportación (después del petróleo). La botella estándar de whisky costará un mínimo de 16 euros al cambio.