Vivimos en los tiempos de la posverdad, las fake news, y el resurgir del proteccionismo más antediluviano, de aquellos que precisamente propugnan la máxima libertad del mercado, y la mínima intervención en sus asuntos del estado. Por activa y por pasiva, Donald Trump ha atacado una y otra vez a los fabricantes locales y extranjeros – sobre todo extranjeros – por vender muchos coches en Estados Unidos. Ni tan siquiera BMW ha podido evitar los ataques de Trump.
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