En los años 30, tres hermanos idearon un invento para que los más pequeños pudieran contemplar películas animadas. Girando una manivela, el Cine NIC arrastraba bandas de papel traslúcido llenas de dibujos. La creación de los hermanos Nicolau triunfó más allá de España: en Estados Unidos, Francia o Reino Unido también se vendió este precursor del Cinexin. Los niños no solo podían ver películas Disney, sino también crear las suyas propias para este popular juguete.
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