Los investigadores demostraron un hack realmente inteligente: escondieron el malware en una pantalla de smartphone de repuesto. La idea es que el usuario ingenuamente traiga su teléfono inteligente para su reparación, y el taller instala esta pantalla maliciosa sin su conocimiento. El malware está oculto en el software del controlador de pantalla táctil en el que el teléfono confía.
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