Maldiciones y prácticas de vudú contra enemigos personales o por una traición amorosa eran habituales en la Antigüedad. Los autores clásicos, como Horacio, Virgilio u Ovidio, evocaban a las brujas de su tiempo presentándolas como ancianas malévolas, capaces de invertir el curso de los ríos, controlar el clima o hacer que la luna y las estrellas lloraran sangre.