Caminaba por las mismas grises calles que tantas veces habia pisado. No buscaba nada, no esperaba llegar a ninguna parte...simplemente distraer los millones de segundos que, como crueles puñaladas, atormentarian su existencia hasta llegar al final de su camino. No sabia que le aguardaria una vez abandonara su carcel de carne y huesos, no creia en el cielo o el infierno...simplemente se aferraba a la posibilidad de que ese incierto futuro le librase del dolor del presente...del dolor y el vacio que cada dia consumian su alma. Los hombres temen a la nada...pero cuando tu existencia es peor que esa nada, cuando a la desolacion del desierto se une la herida del abrasador sol...y el recuerdo del oasis que un dia alivio una sed que hoy desgarra tu garganta...sientes que la paz, cualquier paz, incluso la que cubre la mortaja, es una liberacion. Nada podia darle la vida, eso lo descubrio hace mucho...pero jamas tuvo el valor de romper un camino que a ninguna parte le llevaba. Anhelaba, su alma anhelaba una luz que le devolveria la vida y que antaño ya contemplo, unos ojos clarividentes que le enseñaron las estrellas, unos labios cuyo susurro un dia le desperto del letargo de los gregarios, unas manos que alzaron su deseo, unas alas que le llevaron al paraiso...un angel caido a quien la añoranza del cielo le habia apartado de el...y de la tierra.
No podia alzar sus ojos del suelo porque contemplar el cruel circo que le rodeaba era demasiado para su exhausta alma...y no queria morir...aun no, habia algo que le esperaba, lo sentia, algo que aun le retenia aqui, que justificaba seguir sufriendo...tantos años lo habia buscado...De pronto, en un callejon, vio una pequeña figura, parecia humana...se acerco a ella...era una mujer. Su rostro estaba demacrado por el dolor, infinitas marcas de dolor y desdicha lo surcaban...su cuerpecito estaba arrugado y en los huesos, la desnutricion, el frio, la enfermedad...y Dios sabe cuantas cosas mas habian convertido ese ser joven en un cadaver viviente. Miro sus ojos...y al verlos cayo de rodillas...era su angel. La desesperanza, la misma desesperanza que le martirizaba cada dia, habia podido con ella, le habia quitado las ganas de vivir y le habia llevado a la destruccion. Era logico...si el recuerdo de un ser celestial habia marcado su vida sometiendole a un eterno dolor...el recuerdo del cielo mismo...debia ser infernal, tan infernal como para marchitar la flor mas bella. Ella le miro...sus ojos pese a haber perdido el brillo de antaño seguian siendo de profundidad insondable...los ojos de quien habia llegado a ver el rostro de Dios...y su amor, el amor que un dia marco su vida...seguia intacto, pese a todo lo que habia pasado...Le miraba con el mismo amor que un dia...con la infinita nostalgia de quien ya ha perdido su vida, una vida que, si Dios le hubiese mandado algo para resistir, una esperanza, una señal...algo que mantuviera su ilusion, la posibilidad de alcanzar la plenitud por cuya ausencia murio en vida...Entonces no pudo mas y le beso, beso sus secos y heridos labios, acaricio su ajada mejilla, abrazo su roto cuerpo...y sintio lo mismo que aquel dia, hace tantos años...solo que hoy sabia que la fugaz primavera, la que se anticipa al tiempo...solo lleva a un mas frio invierno. Ella se aparto ligeramente, le miro con dulzura, sonrio debilmente...y murio en sus brazos.
Entonces el tambien sonrio, la abrazo con todas sus fuerzas y susurro a su oido "esta vez no te dejare angel mio...alla a donde vayas te acompañare, para que esta vez no abandones el camino, para que ambos podamos llegar alla a donde sea...porque un dia nos separamos, perdimos una vida...pero la eternidad es nuestra". Metio la mano en su bolsillo y saco la pistola que tantas veces habia deseado usar...al fin llego el momento. Nadie oyo el disparo. Al dia siguiente les encontraron bajo un rojjo manto de seca y muerta vida. Y jamas se separaron.