El Senado se consideró durante años un “cementerio de elefantes”. Los grandes partidos –especialmente PSOE y PP– colocaban a expresidentes autonómicos, exdirigentes orgánicos o diputados veteranos para garantizarles un puesto de representación, un generoso salario y el aforamiento.Los sucesivos líderes de PP y PSOE convierten en senadores a los compañeros de filas que no logran representación en el Congreso, a los que se quiere dar una relevancia pública o para compensar los servicios prestados en etapas pasadas de cada uno de los partidos.
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