Lidiar con un fanático de las teorías de conspiración es como estar atrapado en una «fiesta de de la varicela», inevitablemente acabas expuesto a algo que preferirías haber evitado. Mientras tú intentas disfrutar de una conversación normal, ellos ya están inmersos en una exposición interminable sobre cómo los Illuminati controlan los precios del aguacate o por qué los gatos realmente son agentes del Nuevo Orden Mundial.