Reconozcámoslo: volar por primera vez es un trago un poco duro. El aeropuerto lleno de gente, el tumulto en seguridad, la larga espera hasta el embarque, el sobrecogedor ruido de los motores, la extraña sensación de abandonar el suelo a 300 kilómetros por hora, el estómago saltando… Y si no que se lo digan a un pasajero a un pasajero de un vuelo de Xiamen Air que hacía el trayecto entre las ciudades chinas de Hangzhou y Chengdu, que decidió abrir la puerta de emergencia justo antes de que el avión entrara en pista de despegue.