Vyacheslav Korotki, más conocido como Slava, vivió durante 13 años en el mar de Barents, un lugar donde la nieve y el frío son casi el único paisaje. Habitó y trabajó en una casa de madera centenaria que se convirtió en estación meteorológica en el año 1933. A este lugar fue enviado por el estado ruso prácticamente todo el año para medir y registrar las condiciones climáticas y transmitir luego los datos por radio a Moscú. El pueblo más cercano está a más de una hora de viaje en helicóptero, pero no suele ir mucho, a él le gusta estar solo.