Hay que animar a los jóvenes a no descorazonarse ante sus repetidas caídas, descorazonamiento que puede llevarles a abandonar la Iglesia y los sacramentos, como si la masturbación fuese incompatible con una vida cristiana. Hay que decirles que a veces para ver una reducción en el número de masturbaciones, pese a su buena voluntad, hay que esperar meses o años.