A la remanguillé, de espaldas, en balanceo a dos manos, de sobaquillo, a la chita callando, a machote o por la espalda. Fueron algunos de los estilos a los que recurrieron los aspirantes a hacerse con el título de mejor lanzador de ladrillo del mundo, cuyo campeonato se celebró ayer en Valdeluz. En medio de una inusitada expectación y un espléndido ambiente, la competición se desarrolló de forma entusiasta y entre las risas y exclamaciones de asombro del numeroso público que se congregó en las cercanías de la pista de lanzamiento.