Érase una vez una empanadilla feliz, amante de los lápices de colores y la playa, que se chocó de lleno con una croqueta. Ella era empanadilla y él era croqueta, y aunque a él no le gustaba la playa, acabó enamorándose de ella. Esa, en resumidas cuentas, podría ser la historia de dos amantes graciosos y curiosos a los que el destino unió. Sin embargo Ana Oncina no quiso mostrar sólo las cosas bonitas de su historia, sino que se lanzó de lleno a sacar los trapos sucios de la entrañable pareja...