Querida Elisenda: Lamento no poder dirigirme a ti con tu verdadero nombre. Por razones que tus mayores te habrán explicado, tengo que usar un nombre falso. Por las mismas razones, tampoco puedo escribir el nombre de tu pueblo y por eso tengo que decir que vives en “un pueblito de cuyo nombre no quiero acordarme”. No sé si dentro de tu casa se habla en catalán o en castellano y tampoco me importa. Yo no hablo catalán y por eso tengo que escribirte en castellano. Lo siento. Seguro que, si tu lengua materna es el catalán, sabrás disculparme...