Llevar a la pantalla grande acontecimientos que tuvieron lugar en la vida real resulta ser más complicado de lo que parece. No se trata solo de recrear un escenario pertinente en relación a la época o hacer uso de la más apropiada vestimenta; no, es mucho más que eso. Se trata esencialmente de transmitir, a través del argumento y los personajes encarnados por los actores, no solo el suceso principal, sino también aquellos episodios externos que de algún modo resultan importantes para comprender la historia como un todo, de forma completa.