Cuando era niño, en Lima, mi abuelo me contó una leyenda sobre la conquista española del Perú. Los españoles se adentraban en la selva. Los pocos que conseguían regresar contaban historias sobre poderosos chamanes, sobre guerreros con flechas envenenadas, sobre árboles tan altos que no dejaban ver el sol, sobre arañas que comían pájaros, sobre serpientes que podían tragarse hombres enteros y sobre un río que hervía. ¿Existirá de verdad el río que hierve? A pesar de todo mi escepticismo científico terminé adentrándome en la selva.