Este ancestral deporte -principalmente vasco- sorprende por elevación: acaba de coronar al campeón más joven de su historia. Con apenas 19 años y los libros de la Universidad abiertos en su casa de la recóndita localidad guipuzcoana de Arama, un mocetón llamado Iker Irribarria ha llegado desde el anonimato a la cima de este deporte posiblemente para quedarse, incluso, durante mucho tiempo

La victoria de ayer sitúa a Martínez de Irujo como uno de los mejores pelotaris (si no el mejor) de la dilatada historia de este deporte. Y lo hace además en una temporada excepcional para los deportistas de ASPE, que se han hecho con los campeonatos de Promoción del Parejas y Manomanista. Prácticamente todos los trofeos principales han sido para la empresa de la villa armera.

Quien no haya visto nunca un partido de pelota en directo no ha podido observar cómo reacciona el cuerpo de un pelotari ante el certero golpe de sus potentes manos, fortalecidas a base de impactos. Sus músculos, su mirada buscando el punto del 'boom' en la dirección deseada, que provoca el giro de las pupilas en torno a la bola y que con el giro del cartel de los tantos se vuelve frustración y se vuelve emoción. Cuatro vascos, un frontón y la expresión hecha fotografía.

Tenemos una debilidad. Bueno, muchas debilidades. Cuando el fotógrafo Justo Rodríguez y yo vamos a un pueblo solemos buscar tres cosas: la iglesia, el bar y el frontón. Otro día hablaremos de las iglesias (casi todas cerradas) y de los bares (donde existen). Hoy queremos lanzar un grito a favor de los frontones.