Los expertos aseguran que la pornografía se vive en el cerebro como cualquier otro estimulante. Viaja a través de los ojos, las imágenes atraviesan el iris y producen una liberación de una sustancia química llamada dopamina, que activa principalmente el deseo y la motivación. Cuando se consumen drogas, alcohol o pornografía, el cerebro se sobrecarga de dopamina y a medida que se va consumiendo material porno, el cerebro se acostumbra a altas cantidades de ella.