Iba yo tranquilamente por la calle con un pantalón corto y un chico que iba en bici empezó a decir comentarios de lo que haría entre mis piernas. Como iba hablando con mi madre y no podía darle la respuesta que empleo desde que soy feminista (un simple “¿y quién te ha preguntado?”), le saqué el dedo corazón para demostrarle mi opinión respecto a sus insinuaciones. Lo que no esperaba era que el susodicho se diera la vuelta con la bici circulando en dirección contraria y al pasar por mi lado me escupiera de lleno en la cara.