Música y política son dos elementos que a menudo se encuentran de la mano. No sólo en el plano de la soflama ideológica, sino también en la forma de conflicto de intereses y de enfrentamientos directos entre partidos y grupos. A lo largo de los últimos años se han repetido y difundido con ahínco los casos de censura, esto es, actuaciones políticas que por la vía activa o pasiva provocan que un grupo deje de tocar (o no sea invitado) a un evento determinado. Ejemplos que, si bien suelen tener protagonistas marcados, son bastante variados.