He tenido una experiencia mística, he visto el futuro. He visitado una catedral del consumo “low cost”, una estructura de cristal y cemento. Un ambiente de penumbra, una marea de seres vivos girando y comprando, una legión de vendedores zombis condenados –en una espiral sin fin– a colocar y doblar la ropa que los seres dejan amontonada después de mirarla, palparla, probarla y al final abandonarla...