Aunque a nosotros también nos parezca un calor exagerado, los alemanes están mucho menos acostumbrados que nosotros y, por eso, los pobres lo estarán llevando bastante peor. Por eso, a los responsables de un supermercado de Friedberg, a unos 30 kilómetros de Frankfurt, se les ha ocurrido una oferta brillante. Han colocado un par de sillas y una sombrilla en una de sus cámaras frigoríficas y ofrecen estancias de dos y cinco minutos a cambio de 3 o 5 euros, para que sus clientes puedan sentir un poco de fresco aunque sea tan solo un rato.