Según el psicólogo, Rubén Sánchez, esta coraza infranqueable en la que se esconden gran parte de los hombres, se debe a que “las únicas emociones permitidas y legitimadas por el club de los machotes y por la sociedad en general son la ira y la líbido sexual. La ira se interpreta como autoridad, como saberse imponer, como echarle ‘cojones al asunto’”. Muchos hombres creen que el feminismo no tiene nada que ver con ellos y hay otros que no entienden para qué sirve porque consideran que ya hay igualdad.