Trabajadores de reemplazo deseosos de volver a casa se ven forzados a empujar su TU-134 al quedarse éste congelado a -52 grados-

La mayoría de los pasajeros entran en el avión cabreados: sin ganas de saludar, de sonreír o de dialogar. Yo les entiendo. Cuando viajo como pasajera y no como TCP, hay muchos factores que me amargan antes de subirme al avión. Yo también llego agotada y frustrada después de la gymkana aeroportuaria… que por momentos te da la sensación de estar dentro de un videojuego de plataformas, en lugar de en un aeropuerto. Vas consiguiendo logros, sorteando obstáculos y preparándote para el monstruo final: el control de las maletas de cabina...

Un pasajero de un crucero de la empresa Carnival Cruise, anclado en el Puerto de Miami, murió hoy tras caer de un mástil.

Seguro que a la mayoría de los pasajeros de un avión le ha ocurrido que los controles de seguridad del aeropuerto le han obligado a dejar una mínima botellita de agua, un tímido cortauñas y hasta un queso por ser demasiado cremoso. Sin embargo otros objetos menos inocentes han intentado sortear el registro y algunas veces lo han conseguido. ¿Quiere saber cuales son los diez “equipajes de mano” más extraños, que se han intentado colar en un avión?

Por contradictorio que parezca, un viaje en avión no siempre se pasa volando. Una encuesta revela las cosas que más molestan a los pasajeros. En lo más alto de la lista no pueden faltar el dichoso asiento reclinable, los llantos de los niños o las estrecheces.

Cuando te subes en una avión, estás jugando a una especie de lotería en la que casi nunca ganas nada bueno. Te puede tocar sentarte al lado de un niño que no pare de llorar en todo el viaje, de alguien que ronque como un oso pardo, de unos adolescentes con el pavo subido o con alguien que haga tanto ruido comiendo como un dinosaurio. Pero te toque lo que te toque, nunca serás tan desgraciado como ninguno de los que tuvieron que sufrir a los protagonistas de estas imágenes.

Seguro que a la mayoría de los pasajeros de un avión le ha ocurrido que los controles de seguridad del aeropuerto le han obligado a dejar una mínima botellita de agua, un tímido cortaúñas y hasta un queso por ser demasiado cremoso. Sin embargo otros objetos menos inocentes han intentado sortear el registro y algunas veces lo han conseguido