Soy un tío corriente, con un nombre corriente -pongamos que Juan, Pepe o Antonio-, con una edad corriente -entre los 30 y los 45-, y una barriga corriente. O al menos eso creía yo, hasta que esta mañana he tenido dificultades para verme la chorra al mear. De hoy no pasa que te apuntes al gimnasio o no te vas a acercar a una hembra ni pagando, me he dicho contemplándome el buche consternado. Así que he desempolvado las zapatillas de deporte, le he puesto pilas al pulsómetro y me he descargado una de esas milagrosas aplicaciones cuenta calorías.