Una mañana de julio 1518, una mujer conocida como Frau Troffea salió a las calles de Estrasburgo, Francia, y comenzó un baile compulsivo y frenético que duraría entre cuatro y seis días. La mujer parecía poseída por el movimiento y, pese a su cara de sufrimiento, no podía parar. Poco tiempo después, un vecino se unió a su baile, y luego otro. Al finalizar la semana, más de 30 personas bailaban día y noche.