Gracias al cine, a las revistas de moda, al porno (ese que nadie ve, ejem), al desfile de lencería más famoso del mundo y a las, cada vez más abundantes, marcas de ropa interior cuquis, todos tenemos una imagen más o menos definida de qué prendas son las que “ponen y nos ponen”: sujetadores de mil modelos, colores y tejidos, ligueros, camisones, braguitas (con agujeros, lazos, encajes, etc.), tangas… una locura. La oferta para ellos es quizá más escueta, aunque hay quien se atreve a innovar y va más allá del bóxer o el slip.