Hay médicos locos. No debería contar esta historia, más que nada porque los funcionarios siempre se ofenden en grupo… Bueno, dejaré claro, antes de nada, que es un caso excepcional. O eso creo. La cosa es que la protagonista, la paciente, tiene mocos. Olvidaos de esa chorrada de sorber sin parar un agüilla leve y serpeante. Hablo de mocos, de algo sólido, de la sensación de que una masa amarillenta y creciente empuja hacia afuera los huesos del cráneo.