La señora Alleau era la enfermera de mi escuela. Tenía cabello corto, gafas gruesas y hablaba en voz muy alta. Cada vez que teníamos cólicos menstruales fuertes, nos íbamos con ella a la enfermería para que los chicos no se dieran cuenta. Cuando nos abría la puerta, gritaba: "¡No hay de qué avergonzarse, es normal! Estás menstruando, dilo en voz alta". Nos daba mucha vergüenza, pero tenía razón. La señora Alleau era feminista, pero no lo sabíamos porque apenas teníamos 15 años.