Un grupo de excursionistas rusos marcharon en febrero de 1959 por los Urales. Su intención era cruzar Jolat Siajl, la Montaña de la Muerte, una de las rutas más difíciles del globo. Desaparecieron en el citado tramo sin dejar rastro, y al encontrarse al cabo de varias semanas sus cuerpos, estaban en posiciones insólitas, con ropas que no les correspondían, algunas de ellas contaminadas por radiación, las tiendas de campaña rasgadas, faltando sus diarios y con otros elementos inquietantes...