Petrosino era tan rudo como la mayoría de los policías de su época y como lo puso un concejal (citado por Lardner y Reppetto en el libro "NYPD: A City and Its Police"), "sacaba más dientes que un dentista". Mientras podía vestirse y actuar como cualquier detective típico, golpeando puertas y tirando sospechosos contra las paredes, Petrosino se sentía más cómodo disfrazado. Se hacía pasar por obrero de los túneles, mendigo ciego, gangster o un campesino italiano apenas llegado en barco desde Italia. Esto le permitía investigar libremente.