Numerosos expertos en política coinciden en que el monigote gusta tanto a los votantes conservadores como a los progresistas, aunque por motivos distintos. «Unos prefieren que les mientan a la cara, de algún modo les da confianza, y los otros lo usan para protestar por las mentiras», declaran. «Yo votaré al monigote porque es más imperfecto, más humano», se sincera una joven votante del Partido Popular. «Todos mentimos alguna vez, es como nosotros y no va de lo que no es», añade.