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La convivencia genera roces, y llega el momento en el que alguien dice "hasta aquí hemos llegado". Los gatos, ruidosos y molestos, no paran de jugar y pelearse, arañando y maullando sin tener ningún tipo de consideración por sus compañeros caninos. Es entonces cuando entran en juego los perros justicieros, que luchan por la paz separando a los gatitos y restableciendo el orden. No es un trabajo fácil, pero alguien tiene que hacerlo.