Casi toda la icónica fauna de la Antártida, desde pingüinos hasta focas y ballenas, depende del krill, unos diminutos crustáceos que constituyen la base de la cadena alimentaria. Los humanos también buscan el krill, que recogen en enormes barcos pesqueros, lo que podría poner en peligro a las ballenas, advierten los científicos. Los barcos pesqueros y las ballenas "están buscando exactamente lo mismo: los bancos de krill más grandes, más densos y más grandes", dijo Matthew Savoca, ecólogo de la Estación Marina Hopkins de la Universidad de