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El zapato de hada
En 1835, en el suroeste de Irlanda, un granjero caminaba por un sendero rural de la península de Beara. A lo largo de este sendero aislado, se topó por casualidad con un artesano que reparaba un zapato a un lado del camino polvoriento. El zapatero se sobresaltó tanto por la repentina presencia del trabajador que se adentró en la hierba alta, dejando atrás el zapato reparado. Sorprendido por el encuentro, el pastor sin nombre recogió el zapato y lo examinó en la palma de la mano. El zapato sólo medía unos cinco centímetros y era muy estrecho. El granjero llevó el zapato a un médico local para que lo examinara. El médico, a su vez, llevó el zapato a una prominente familia irlandesa, los Somerville. La familia conservó el zapato, al parecer hasta nuestros días.
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