En el caso de muchos coches eléctricos, no hay forma de reparar o evaluar incluso el estado de las baterías ligeramente dañadas tras un accidente. Al no poder saber cuántas celdas están dañadas o qué podría fallar en la batería, las compañías de seguros no dudan en dar por perdidos los coches con pocos kilómetros. Eso a su vez, implica primas más elevadas.