Desde finales de 2021 la ya de por sí exacerbada violencia que sufre la población congoleña en el Este del país se complicó mucho más con el resurgimiento de la milicia del M-23 (Movimiento 23 de Marzo), un grupo tutsi congoleño que abandonó la lucha en 2013 y cuyos miembros vivían principalmente en campos de refugiados en la vecina Uganda. En la actualidad, tras controlar grandes territorios de la provincia congoleña de Kivu Norte, nadie duda de que esta milicia recibe –y es la base de sus éxitos frente al caótico Ejército congoleño- ayuda del
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