El 1 de octubre de 1964 el mundo entero se quedaba boquiabierto cuando un tren que parecía casi un avión unía dos ciudades a 200 km/h por primera vez en la historia. Una proeza incontestable fruto del empuje de un país que unos años antes había quedado devastado por la guerra. Todo ello, además, en el marco incomparable de unos Juegos Olímpicos que comenzarían 10 días después. El shinkansen o tren bala había nacido, y con él, un mito.
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