El padre de este proyecto es Miquel Borrás. Junto con su pareja, a principios de los noventa, pasó muchos meses en el Institut Gustave Roussy de París, un centro especializado en el tratamiento oncológico, donde estaba ingresada su hija Laura. Les sorprendió la visita periódica de parejas de payasos. “Le alegraban el día, ponían color a una experiencia muy difícil”, recuerda. “Cuando el tratamiento era duro, nos pedía que no la molestáramos si no es que venían los payasos.
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