La parte más tecnológica es una cámara GoPro de las de rezar-usar-y-tirar (que curiosamente sobrevive a la explosión y al impacto) que va insertada dentro de la «bala». La bala no es de metal, sino una bola de bolos del 16 (libras, ~7 kg) a la que se ha recortado un hueco en el que encaja la cámara convenientemente amortiguada por algodones y protegida por resistente plexiglás.
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